INTRODUCCIÓN
Las penas de muerte asignadas a
la violación del sabbat en la era del Antiguo Testamento conllevan dos
presuposiciones muy obvias. Primero, la
ley del sabbat incluye un principio tan importante y básico que la violación
del mismo es delito capital. Segundo, la
ley conlleva también el hecho de que la violación de las leyes del sabbat
incluye una clase de muerte en sí misma y por sí misma, o sea, la violación produce
muerte. Los profetas claramente indicaron esta presuposición. La obediencia,
por implicación, significa vida.
Nuestra familiaridad con un
asunto a veces equivale a ignorancia, porque no lo examinamos. Nos
acostumbramos también a embutir los hechos en un marco de trabajo familiar para
nosotros. Por esto, generaciones de maestros han citado, como ejemplo de
humildad, la afirmación a un general romano en la marcha triunfal: «Recuerda
que eres hombre». Pero la realidad fue muy diferente:
El triunfador era algo más bien
diferente incluso del funcionario más alto del estado. En el triunfo al general
romano se le otorgaba la insignia más alta que la antigua Roma poseía, los
atributos del dios principal del estado, Júpiter.
Es cierto que el esclavo que
sostenía la corona de oro sobre la cabeza del general triunfante mientras éste
conducía en su carruaje tirado por cuatro caballos blancos tenía que repetirle:
«Recuerda que eres hombre», pero eso solo significaba que en el momento de su
triunfo al general se le consideraba como equivalente del dios principal del
estado.
Para nosotros, estas palabras
quieren decir: Recuerda, que eres humano, mortal; para los romanos querían
decir: Recuerda que tú eres un dios. Así que, para entender algo, es importante
saber el contexto.
Jesús dijo: « El sábado se hizo
para el hombre, y no el hombre para el sábado» (Mr 2:27-28, NVI). El sabbat fue
hecho para el hombre verdadero y perfecto, Jesucristo, que es por consiguiente
Señor del sabbat; fue hecho, por consiguiente, también para los redimidos de
Cristo, para el hombre del pacto, y como principio de vida y regeneración para
él.
PARA ENTENDER EL SIGNIFICADO DE ESTO,
TAL VEZ SEA NECESARIO HACER DOS COSAS.
Primero,
recordar que
el principal propósito del sabbat no es adoración sino descanso.
Solo cuando la adoración
significa reposo y es refrescante para el hombre, como lo hace la verdadera
adoración, es un aspecto necesario del descanso del sabbat.
Pero la esencia del sabbat es
descanso. Segundo, vemos el
sabbat en términos del hombre exclusivamente
antes que del hombre centralmente,
y como resultado, nos perdemos su significado. Al enfocar el sabbat
desde el punto de vista de la tierra, podemos entender mejor su significado.
El mandamiento deja en claro que
el día sabbat de descanso es para el hombre y la bestia por igual. Pero los
detalles de la ley explican el hecho de que para la tierra misma se requería un
año sabático. Los comentarios
sobre este año sabático son interesantes. Según Galer, «la costumbre de dejar
la tierra sin cultivar es común en todo el Oriente, y necesaria sin duda por la
falta de abonos y del conocimiento de métodos apropiados para rotar cultivos».
No hay evidencia de que
carecieran en tiempos antiguos de un conocimiento de abonos o rotación de
cultivos; tal conocimiento es antiguo, aunque los hombres han descartado su conocimiento
del mismo en muchas épocas. Rylaarsdam dice que «la función original de la
costumbre es quizá religiosa, para apaciguar a los poderes espirituales que
controlan la tierra y darles la oportunidad de restaurar su fertilidad».
Tales «interpretaciones» no son
exégesis para nada, sino indicaciones de un sentido imperial de superioridad
sobre nuestros antepasados que estaban más abajo en la escala evolucionista de
la historia.
La ley dice:
Seis años sembrarás tu tierra, y
recogerás su cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los
pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así
harás con tu viña y con tu olivar (Éx 23: 10, 11).
Jehová habló a Moisés en el monte
de Sinaí, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado
en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Jehová. Seis años
sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos.
Pero el séptimo año la tierra
tendrá descanso, reposo para Jehová; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu
viña. Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de
tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra.
Mas el descanso de la tierra te dará
para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare
contigo; y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el
fruto de ella para comer (Lv 25: 1-7).
Y si dijereis: ¿Qué comeremos el
séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de recoger nuestros frutos;
entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y ella hará que haya fruto
por tres años. Y sembraréis el año octavo, y comeréis del fruto añejo; hasta el
año noveno, hasta que venga su fruto, comeréis del añejo (Lv 25: 20-22).
Estas leyes, se debe notar, no se
observaron muy bien en mucho de la historia de Israel. Entre el éxodo y el
cautiverio babilónico, se descuidaron 70 veces, y por consiguiente se
impusieron 70 años de cautiverio para darle descanso a la tierra (2ª Cr 36:21).
Esto quiere decir que más de la mitad de las veces, no se observó la ley.
Después del cautiverio se observó
esta ley (pero se quebrantaron otras) y Tácito (Hist. 5: 4) comentó al respecto. Julio César perdonaba a los
judíos los impuestos en el año séptimo en reconocimiento a su costumbre
(Josefo, Ant. Jud. XIV, 10, 6).
Sin embargo, según Oehler, no se observó el jubileo, sino solamente los años sabáticos.
No debía haber poda ni siembra en
el año sabático, ni tampoco ningún esfuerzo por matar insectos o interferir con
los procesos naturales del campo. El fruto debía permanecer en el campo,
excepto por lo que los transeúntes, los criados o el dueño arrancaban para
comer. No se permitía que se cosechara, sino solo comer. Esta prohibición de
toda cosecha real o almacenaje de productos en el año sabático se indica con
claridad en Levítico 25: 20.
Pero la ley tiene todavía más
para decir en cuanto al sabbat de la tierra: el año del jubileo. Cada 50 años
era el año del jubileo, inaugurado por el toque de la trompeta en el día de la
expiación. Puesto que el año 49 era un año sabático, el año del jubileo marcaba
dos años sabáticos seguidos:
Y contarás siete semanas de años,
siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años
vendrán a serte cuarenta y nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la
trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación
haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.
Y santificaréis el año cincuenta,
y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de
jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su
familia. El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que
naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos, porque es jubileo;
santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis (Lv 25: 8-12).
Micklem consideraba «muy» curioso
que el jubileo, que no está seguro de que existiera, empezara en el día de la
expiación. La respuesta aparece en las leyes que siguen de inmediato:
En este año de jubileo volveréis
cada uno a vuestra posesión. Y cuando vendiereis algo a vuestro prójimo, o
comprareis de mano de vuestro prójimo, no engañe ninguno a su hermano. Conforme
al número de los años después del jubileo comprarás de tu prójimo; conforme al
número de los años de los frutos te venderá él a ti.
Cuanto mayor fuere el número de
los años, aumentarás el precio, y cuanto menor fuere el número, disminuirás el
precio; porque según el número de las cosechas te venderá él. Y no engañe
ninguno a su prójimo, sino temed a vuestro Dios; porque yo soy Jehová vuestro
Dios (Lv 25: 13-17).
Para analizar esta legislación,
es evidente, primero, que el
propósito no es, como muchos aducen, «humanitario». Ciertamente, «los pobres de
tu pueblo» comían del campo en el año sabático, pero podían recoger rebusco en
los campos todos los años, así que no era necesario un año de sabbat especial
para proveer para los pobres.
Intentar justificar el día o año
de sabbat por razones aparte del mismo sabbat es negar que este sea un
mandamiento separado, incorporando en sí mismo un aspecto particular de la
justicia y ley de Dios. El propósito del sabbat es el sabbat, o sea, el descanso
y liberación de redención y regeneración.
Segundo,
en la
expresión suprema en la legislación mosaica del principio del sabbat, el año
del jubileo, el jubileo se empieza con el toque de la trompeta o cuerno de
carnero en el día de la expiación. Micklem halló esto extraño, pero el comentario
de Ginsburg indicó su significado con mucha claridad, en su comentario sobre
Levítico 25: 9.
A la conclusión del gran día de
expiación, cuando los hebreos se daban cuenta de que tenían paz mental, que el
Padre celestial había anulado sus pecados, y que habían vuelto a unirse con Él
mediante su misericordia perdonadora, se llamaba a todo israelita a que
proclamara por toda la tierra, mediante los nueve toques de la trompeta, que Él
también le había dado descanso al suelo, que había dejado libre toda propiedad
enajenada de familia, y que había dado libertad a todo esclavo, quien ahora se
había reunido con los suyos.
ASÍ COMO DIOS HABÍA PERDONADO SUS
DEUDAS, ÉL TAMBIÉN DEBÍA PERDONAR A SUS DEUDORES.
El sabbat recordaba el sabbat de
la creación. La institución del sabbat israelita recordaba la redención y
regeneración de Israel. El objetivo del sabbat, como dice con claridad Hebreos
3, es la tierra prometida, la nueva creación en Jesucristo. El sabbat, por
consiguiente, establece la restauración y restitución de todas las cosas en
Cristo. En el año del jubileo, como en cada año sabático, las deudas se
cancelaban.
El estatuto moderno de limitación
del cobro de deudas es una adaptación de esta ley bíblica. En el año del
jubileo también, las propiedades rurales de tierra volvían a sus dueños
originales; a los esclavos se les daba la libertad, como también cada año
sabático. El jubileo marcaba un festival de dos años en el cual el hombre del
pacto saboreaba de antemano el gran sabbat de la nueva creación. Debido a que
el jubileo empezaba al anochecer del día de la expiación, dejaba en claro el cimiento
de la nueva creación, expiación por la sangre del Cordero del pacto.
La creación y la recreación eran,
pues, básicas para el sabbat; el hombre reposa en la obra terminada de Dios de
redención proclamada antes del tiempo. Por fe, el hombre, esperando la victoria
final y regocijándose en la liberación presente, vive por fe en la suficiencia
de Dios.
Tercero, la gran obra de restauración, el
deshacer la obra de la caída, incluye también el suelo. Por este descanso, el
suelo también se restaura y revitaliza.
Al permitir que el campo produzca
hierbas, a las hierbas del campo se les da la oportunidad de sacar a la
superficie minerales desde abajo y revitalizar el suelo. A los viñedos y
árboles se les deja crecer con libertad, sin podar, y de nuevo renovar su
vitalidad. El fruto que cae y se pudre contribuye de nuevo al suelo.
El valor del sabbat para
regenerar el suelo es muy grande. Pero al hombre, como le falta la fe, prefiere
hacer su propia obra en lugar de permitir que Dios obre, y prefiere su descanso
propuesto en lugar del sabbat de Dios. Al método de Dios se le llama rudimentario,
y se usan rociamientos modernos, abonos fabricados y otros artificios, y así se
explota y se abusa continuamente del suelo. Al suelo se le trata como algo que
la ciencia puede hacer y rehacer, o incluso prescindir del mismo.
Muy pocos científicos tratan al
suelo con algún respeto. Notables excepciones son Sir Albert
Howard: An Agricultural Testament; Friend
Sykes: Modern Humus Farming; William A. Albrecht: Soil Fertility and Animal Health; Joseph
A. Cocannouer: Weeds, Guardians of the
Soil, and Water and the Cycle of Life.
Estos y otros escritores dejan en
claro el abuso extenso del suelo, la función de microorganismos en el suelo, el
valor del abono orgánico y de los árboles para regenerar el suelo, y mucho más.
El valor de los animales salvajes y las aves en los ciclos de la vida de la
tierra escasamente se ha tocado. La tierra sin duda se renueva con el reposo, o
se explota implacablemente y a la postre se convierte en desierto. Muchas áreas
en un tiempo pobladas son ahora desérticas, como lo atestiguan Babilonia y el Sahara.
Cuando Dios ordenó que Israel y
Judá fueran al cautiverio, no fue para castigar al pueblo sino para restaurar
la tierra. Con mucha claridad se nos dice que Judá fue al cautiverio «para que
se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra
hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta
que los setenta años fueron cumplidos» (2ª Cr 36: 21).
La profecía de Jeremías a la que
se refiere está en Jeremías 25:9-12; y se le recuerda en Daniel 9: 2. El
cautiverio fue en cumplimiento de la profecía de la ley respecto a violaciones
de los sabbats:
Entonces la tierra gozará sus
días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la
tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de
reposo (Lv 26:34)
Pero la tierra será abandonada
por ellos, y gozará sus días de reposo, estando desierta a causa de ellos; y
entonces se someterán al castigo de sus iniquidades; por cuanto menospreciaron
mis ordenanzas, y su alma tuvo fastidio de mis estatutos (Lv 26:43).
ESTE SABBAT DE SETENTA AÑOS FUE
MISERICORDIA DE DIOS PARA LA TIERRA Y PARA ISRAEL.
Después de la crucifixión de
Cristo, no se ha extendido una misericordia así a la tierra, y su historia ha
sido de continua erosión del suelo y de los hombres. La tierra y la gente
muestran los efectos de la maldición. Aunque Israel entre el cautiverio y la
crucifixión observó los sabbats de la tierra, en otros puntos menospreciaron a
Dios, y crucificaron a su Hijo, así que la maldición cayó sobre ellos, y sobre
la tierra por causa de ellos.
Sin duda, la renovación de la
tierra es un aspecto básico del sabbat. La renovación de todas las cosas es
básica para el sabbat, y la tierra es central en esta renovación.
Los hombres pueden ignorar los
requisitos del sabbat de la tierra pero con peligro de castigo y muerte. La
pena de muerte sigue operando en la historia, y las naciones que minan la
tierra y usan sus recursos abusivamente están condenadas a morir. La lógica,
entonces, es esta: si el desprecio del sabbat es tan serio con respecto a la
tierra, ¿no es igualmente serio con respecto al hombre y la bestia?
Sabemos que los métodos modernos
de criar aves, con iluminación de las jaulas las veinticuatro horas del día,
alimentos «fortificados» químicamente para acelerar el crecimiento, y varios
métodos que se usan para aumentar la producción de huevos, resultan en gallinas
que ya no resultan lucrativas una vez que empiezan a perder las plumas. Las
vacas lecheras tienen una vida de duración limitada ahora. No en balde el
producto de tales animales ya no tiene el valor nutritivo que tenía antes.
CON RESPECTO A LOS HOMBRES, EL ESTRÉS
CONTINUO LLEVA A LA MUERTE, SE NOS DICE.
La incapacidad del hombre para
descansar, su falta de un verdadero sabbat, su falta de fe, conduce a una vida
llena de estrés que acaba en la muerte. El estudio del estrés, desde una
perspectiva no cristiana, lo hizo extensamente en años recientes el Dr. Selye.
El hombre necesita descanso; de verdad necesita el
sabbat para vivir; pero, sin fe, no puede tener verdadero descanso, ni puede
darles descanso a otros, ni al suelo, ni a la creación animal. Muy a menudo las
sociedades paganas, en una escala limitada, han practicado excelentes normas en
cuanto al suelo desde una perspectiva pragmática.
Pero la práctica, que es bien
pragmática, no ha estado seguida de un procedimiento igual de sabio respecto a
los animales. La mayoría de las veces, sus capacidades de pequeña escala les ha
evitado la destrucción en gran escala.
Cuando el hombre destruye el suelo,
contamina los alimentos y envenena el aire y el agua, dicta sentencia de muerte
contra sí mismo. El alcance de la contaminación es muy grande, y se agrava por
la confianza del hombre de que la «ciencia» puede de alguna manera hacerle
frente mediante algún artilugio artificial.
La esencia del sabbat es la obra
de restauración, la creación nueva de Dios; el objetivo del sabbat es el
segundo descanso de la creación de Dios. Al hombre se le exige descansar y
permitir que la tierra y los animales descansen, que la restauración de Dios
pueda obrar, y la creación pueda ser revitalizada. Todo descanso de sabbat
apunta a la nueva creación, la regeneración y restauración de todas las cosas.
La obra de Dios de restauración es desde el suelo para arriba, y por consiguiente
su sabbat también se debe aplicar al suelo.
Pero, cuarto, el sabbat no se puede reducir a
conservación del suelo, como tampoco se puede reducir a humanitarismo. Es
«reposo para Jehová tu Dios». Es una señal
del pacto según la propia declaración de Dios:
Los saqué de la tierra de Egipto,
y los traje al desierto, y les di mis estatutos, y les hice conocer mis
decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. Y les di también
mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que
supiesen que yo soy Jehová que los santifico. Mas se rebeló contra mí la casa
de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis
decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de
reposo profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos
mi ira en el desierto para exterminarlos (Ez 20: 10-13).
El sabbat deriva su significado
esencial, así, del hecho de que atestigua un pacto esencial y que da vida entre
Dios y el hombre. La fuente de
esa vida es Dios, no la ley o
el sabbat en y por sí mismo. Israel, después de cautiverio, observó el sabbat rígidamente,
aplicándolo al hombre, la tierra y los animales, pero la forma no da vida. Negaron el sabbat
al confiar en sus obras, y en su sangre (su descendencia de Abraham), y
murieron en su ceguera. La observancia del sabbat no salvó a los que negaron y
crucificaron al Señor del sabbat.
Los clérigos que limitan el
significado del sabbat, o que piensan que se observa en la adoración y la inactividad,
no tienen conocimiento de su significado.
Algunos fariseos debatían sobre
lo desaconsejable de comer huevos, porque la gallina tal vez trabajó por ellos
en el sabbat, pero no confiaban en Dios en cuanto a la salvación. Su énfasis en
«no trabajar» era en sí mismo obra del hombre, una jactancia arrogante de su
capacidad de cumplir la ley, y este mismo fariseísmo es evidente en algunas
iglesias hoy.
El sabbat es vida para el hombre
que busca la vida en el Señor, y permite que Dios obre mediante toda la
creación como el gran re-Creador. Es más que una observancia externa, y no se
puede unir con ninguna confianza humanística en las obras del hombre, ni en las
del estado, como fuente del descanso y salvación del hombre.
Quinto, el perdón es un aspecto básico del sabbat. La gracia de Dios para
la remisión de pecados es el pacto del sabbat del hombre. Quiere decir
descanso, liberación de la carga del pecado y de la culpa. El Padre Nuestro,
que mira hacia delante al gran sabbat («Venga tu reino»), tiene como petición
central la liberación del jubileo: «Y perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mt 6: 12). Lenski tradujo esto: «Y
cancela nuestras deudas como nosotros, también, cancelamos las de nuestros
deudores».
La traducción «pecados» es buena,
en que apunta más claramente a nuestros pecados; pero la palabra «deuda» tiene
a menudo una connotación más amplia, como la tiene definitivamente aquí. Como
Lenski observó: «Tan grandes son nuestras deudas a Dios que nunca podremos
esperar pagárselas, y nuestra única esperanza es que Dios las perdone, como un
regalo, por causa de Cristo».
El sabbat significa descanso,
perdón, cancelación de deuda y fatiga. Significa vida fresca. Puesto que el no
creyente es por naturaleza esclavo, no queda libre de deudas:
AL FINAL DE CADA SIETE AÑOS,
PERDONARÁS LAS DEUDAS QUE OTROS TENGAN CONTIGO.
Se hará de esta manera:
Cualquiera que le haya prestado dinero a otro israelita, le perdonará la deuda.
No intentará que le pague, porque un tiempo de perdón de deudas ha sido
anunciado en honor del Señor. Podrás hacer que el extranjero pague su deuda,
pero debes perdonar todo lo que tu hermano te deba. De esa manera no habrá
gente pobre contigo, porque el Señor te dará muchas bendiciones en la tierra
que el Señor tu Dios te da. Será así solamente si obedeces al Señor tu Dios y
si cumples cuidadosamente todos sus mandamientos que hoy te mando.
Cuando el Señor tu Dios te haya
bendecido como lo prometió, les prestarás a muchas naciones, pero no necesitarás
pedirles nada, dominarás a muchas naciones, pero ninguna te dominará a ti (Dt
15: 1-6,).
La meta de Dios es una sociedad
libre de deudas que también es libre de pobreza, y esto es posible solo en
términos de su ley.
El efecto de la ley del sabbat
aquí es característico de la cristiandad. Como Clark notó:
Los estatutos modernos de
limitación y actas de bancarrota cumplen el propósito de la ley antigua de la
liberación sabática; los primeros prohibiendo que se ejecute acción contra una
deuda después de un cierto número de años y la segunda permitiendo que el
deudor entregue su propiedad en satisfacción de sus deudas.
Los estatutos modernos son por
completo seculares e irreverentes en su intención, sin embargo, y, aunque se
derivan de la ley del sabbat bíblico de liberación, son ajenos al espíritu de
la misma. La liberación del sabbat confiere vida, pero, para los que están
alienados de Dios, ni el sabbat ni su liberación puede tener su verdadero significado.