INTRODUCCIÓN
El cuarto mandamiento, la ley del
sabbat, es importante en términos de su significación profética, tanto como de
su estatus legal. Kline, al hablar sobre la formulación deuteronómica de la
ley, dice:
La más significativa de las
variaciones de la forma del Decálogo según se presenta en Éxodo 20: 2-17 es la
nueva formulación de la cuarta palabra. El ciclo sabático de la vida del pacto
simboliza el principio de consumación característico de la acción divina. Dios
obra, realiza su propósito y, regocijándose, reposa.
Éxodo 20: 11 se refiere a la
exhibición del patrón de consumación en la creación como el modelo original del
sabbat; Deuteronomio 5: 15 se refiere a su manifestación en la redención, en
donde el triunfo divino es tal como para llevar también a su reposo a los
elegidos de Dios. De lo más apropiado, por consiguiente, se designó al sabbat
como una señal del pacto de Dios con el pueblo que redimió de la esclavitud de
Egipto para que heredaran el descanso de Canaán (Éx 31: 13-17).
Siguiendo la interpretación deuteronómica
del sabbat en términos del progreso del propósito redentor de Dios se halla la
orientación del Nuevo Testamento del sabbat al triunfo de la resurrección del
Salvador por el cual sus redimidos obtienen con él descanso eterno.
EL PATRÓN DEL SABBAT ES EL DESCANSO DE
LA CREACIÓN DE DIOS; EL OBJETIVO DEL SABBAT ES EL DESCANSO DE REDENCIÓN DEL
HOMBRE.
No hay historial o evidencia del
sabbat antes de Éxodo. La palabra «acuérdate » en el mandamiento se remonta
hasta la creación y no rememora una observación pasada sino que ordena al
pueblo que recuerden el sabbat de ahí en adelante.
Un día semanal de descanso es
algo desconocido en otras culturas. Solo donde la fe y cultura bíblica lo han
llevado, existe hasta hoy. En algunas culturas del mundo antiguo, un día
ocasional de descanso marcaba la celebración del nacimiento del rey
divino-humano.
Pero el concepto bíblico de un
descanso de redención como objetivo de la historia, o sea, un orden perfecto en
el cual el trabajo es totalmente bendecido, y el orden es por entero hechura de
Dios, es desconocido fuera de la fe bíblica. Dios, hablando por Isaías,
declaró: «Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse
quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los
impíos» (Is 57:20, 21).
El mundo de los no regenerados está
en búsqueda perpetua del sabbat, del glorioso descanso de creación, pero su
contraproducente búsqueda lleva solo a mayores problemas: arroja «cieno y
lodo».
El sabbat no es una limitación de
la libertad del hombre, sino más bien la liberación del hombre.
EL SABBAT AFIRMA EL PRINCIPIO DE
LIBERTAD BAJO DIOS, DE LIBERTAD BAJO LA LEY, LA LEY DE DIOS.
Llama al hombre a obedecer la
ordenanza del reposo a fin de libertarlo de sí mismo y de este trabajo. La
esencia de la ideología humanística es la creencia de la capacidad plenaria del
hombre. El hombre es capaz, se aduce, de salvarse a sí mismo, de guiar su
propia evolución y la de la sociedad, de controlarse a sí mismo, su mundo, el
clima y todo lo demás.
Cuando el hombre controla y
reordena todas las cosas, entonces el hombre habrá recreado al mundo en un
paraíso. Sea marxista, fabiana o democrática, este es el sueño de la filosofía
humanística.
Es también la seguridad de la proletarización del hombre. Como
Pieper notó, «el proletario es el hombre que está encadenado al proceso del
trabajo». Los líderes de la rebelión proletaria sueñan con libertar del trabajo
al hombre. Para ellos, esto significa también libertar de Dios al hombre. Según
Stalin, Si Dios existe, debe haber ordenado la esclavitud, el feudalismo y el
capitalismo.
Debe querer que la humanidad
sufra, como los monjes siempre me lo decían. Entonces las masas trabajadoras no
tendrían esperanza de librarse de sus opresores. Pero cuando aprendí que no hay
Dios, supe que la humanidad puede abrirse camino a la libertad.
Si no hay Dios, opinaba Stalin,
no hay providencia divina, y el hombre debe esforzarse por llegar a ser su
propia providencia. El gobierno total de Dios tendría que ser reemplazado por
el gobierno total del hombre. Esto quiere decir tremendo esfuerzo y sacrificio.
El resultado final sería el hombre liberado e ideal.
Cada hombre, predijo Stalin, se
desarrollaría bajo el socialismo al punto en que él y todos sus semejantes
superarían a los gigantes del pasado pre socialista, tales como Miguel Ángel o
Goethe. Sin embargo nada suena menos a Miguel Ángel o Goethe que estos indicios
de Stalin acerca de la condición ideal futura del hombre.
Los hombres del futuro fueron en
verdad lo que Stalin se propuso asemejar al Nuevo Hombre Soviético de su día:
obreros y otros héroes estajanovistas que trabajaban duro, totalmente
consagrados, totalmente desprendidos, totalmente modestos y totalmente sumisos.
El mundo iba a ser transformado en lo que la ideología comunista del día de
Stalin decía que debería ser. Y eso era esencialmente la Rusia de Stalin, más
evidente, esparcida por todo el mundo, próspera al fin y libre de todos excepto
de los que obedecían voluntaria y perfectamente las leyes perfectas del
comunismo.
Stalin, en el curso de su búsqueda
del verdadero sabbat, del verdadero reposo del hombre, hizo dos cosas: primero, esclavizó a más hombres que
cualquier otro tirano en toda la historia; y, segundo, hizo matar a más hombres que cualquier otro hombre en
toda la historia. Los esfuerzos del hombre por entrar al cielo en sus propios
términos lo colocan más bien en el infierno.
Ahora, para examinar de manera
más específica las leyes del sabbat, es de inmediato evidente que, en tanto que
el principio del sabbat sigue siendo básico a la ley bíblica, la forma
específica de la observancia del sabbat cambió radicalmente en términos del
nuevo pacto en Cristo.
Primero,
el sabbat en
la ley del Antiguo Testamento no era primordialmente un día de adoración sino un día de descanso. El
patrón de la adoración semanal no existía en la ley del Antiguo Testamento. La
sinagoga lo introdujo en el periodo intertestamentario, y el Nuevo Testamento
claramente lo practicó y lo promovió (He 10:25).
En el Antiguo Testamento la
adoración se centraba en la familia, y estaba entretejida en la trama de la
vida diaria. Todavía debería ser integral así en la vida común del hombre, pero
ahora hay también el deber de la adoración colectiva.
Esta adoración colectiva no puede, sin embargo, confundirse ni
igualarse con reposo, aunque
las dos cosas están estrechamente asociadas. El descanso tiene referencia aquí a la realidad soteriológica, al
hecho de la redención, liberación y totalidad de la vida.
Reposo
aquí
significa confianza en la obra de Dios, cesar de nuestras labores en expresión
simbólica de nuestra confianza total en los logros de Dios. El maná en el
desierto establecía el descanso de Dios, y la orden de observar el sabbat con
confianza en la suficiencia del maná reforzaba este hecho de la provisión de
Dios. Cuando un Dios así obra, el hombre puede y debe descansar (Éx 16:14-36).
Segundo,
varias leyes
obligaban al reposo en el
sabbat. No era adoración lo que
las leyes exigían, sino reposo. La
ley general era que no se debía hacer ningún trabajo en el sabbat (Éx 34: 21;
Dt 5: 12-15; Éx 20: 8-11; Lv 23: 3; Jer 17: 22). Se debían cerrar las puertas
(Neh 13: 19). «Estése, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el
séptimo día» (Éx 16: 29).
No había que cargar a los asnos
(Neh 13: 15), ni llevar cargas (Jer 17: 21, 22), ni encender fuego (Éx 35: 3),
ni recoger gavillas (Neh 13: 15), ni recoger leña (Nm 15: 32-35), ni llevar
mercancía o comestibles (Neh 10: 31) ni vender (Neh 13: 15), ni pisar uvas en
el lagar (Neh 13: 15).
Sin embargo, se podía salvar una
vida en el sabbat (Mr 3: 4; Lc 6: 9), puesto que la redención es la esencia del
sabbat. Esto puede significar sanar al enfermo (Mt 12: 10-13; Mr 3: 1-5; Lc 14:
3,4; 6: 8-10; 13: 14-16; Jn 7: 23), ni rescatar a un animal que ha caído en una
zanja (Mt 12:11; Lc 14:5).
Puesto que aliviar el hambre es
parte de la redención, es propio que el que tiene hambre «arranque espigas y
coma» en el sabbat (Mt 12: 1-8; Mr 2: 23-28; Lc 6:1-5), y lo mismo es verdad en
cuanto a la sed, de manera que al animal sediento se le puede llevar al agua en
cumplimiento del sabbat (Lc 13: 15).
Puesto que la redención significa
derrotar a los enemigos de Dios, los macabeos llegaron a la conclusión lógica
de que estaba en conformidad con el sabbat oponerse a los ataques del enemigo
(1 Mac 2:41). Estas leyes dejan en claro que la esencia del sabbat es el reposo
por la victoria de la redención.
El Magnificat de María, debido a
que celebra la redención por medio del Mesías, es en esencia un canto del
sabbat, y con propiedad forma parte de la adoración en el sabbat:
Engrandece mi alma al Señor; Y mi
espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su
sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las
generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas
el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en
generación A los que le temen.
Hizo proezas con su brazo; Esparció
a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los
poderosos, Y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de
bienes, Y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo, Acordándose
de la misericordia De la cual habló a nuestros padres,
Para con Abraham y su
descendencia para siempre (Lc 1: 46-55).
Tercero,
no hay ni
rastro de mantenimiento de las penas del sabbat en la iglesia después de la
Resurrección. Debido a que los primeros discípulos y miembros eran judíos,
continuaron por un tiempo observando el sabbat del Antiguo Testamento (Hch 13: 14-26;
16: 11-13; 17: 2, 3; 18: 1, 11).
Pero el día cristiano de
adoración fue el primer día de la semana, el día de la resurrección tanto como
de Pentecostés (Mt 28: 1; Mr 16: 1, 2, 9; Lc 24: 1; Jn 20: 1-19; Hch 20: 6-8;
1ª Co 16: 1, 2).
Muchos clérigos reformados
parecen dar por sentado que la única ley de las Escrituras es la observancia
del sabbat. Claro, esto no se deriva de Calvino, quien sostenía, en su «Catecismo
de las Iglesias de Ginebra», que;
M. ¿Nos ordena él trabajar seis
días, para que podamos descansar en el séptimo?
S. Absolutamente no; pero al
permitir al hombre seis días para trabajar, exceptúa el séptimo, para que se
pueda dedicar al reposo.
M. ¿Nos prohíbe todo tipo de
trabajo?
S. Este mandamiento tiene una
razón separada y peculiar. Como la observancia del reposo es parte de las
antiguas ceremonias, quedó abolido con el advenimiento de Cristo.
M. ¿Quieres decir que este
mandamiento propiamente se refiere a los judíos, y que fue, por consiguiente,
temporal?
S. Así es, porque es ceremonial.
M. ¿Qué, entonces? ¿Hay algo más
aparte de la ceremonia?
S. Fue dado por otras razones.
M. Dímelas.
S. Como figura del reposo
espiritual, para la preservación de los procedimientos eclesiásticos y para
alivio de los esclavos.
M. ¿Qué quieres decir con reposo
espiritual?
S. Cuando observamos un día
feriado, sin trabajar, para que Dios pueda realizar su obra en nosotros.
M. ¿Cuál, además, es el método de
guardar el día feriado?
S. Crucificar nuestra carne; es
decir, renunciar a nuestras inclinaciones para que nos pueda gobernar el
Espíritu de Dios.
M. ¿Es suficiente hacerlo en el
séptimo día?
S. No, continuamente. Después de
haberlo empezado una vez, debemos continuar durante toda la vida.
M. ¿Por qué, entonces, se designa
cierto día como figura?
S. No hay necesidad de que la
realidad concuerde con la figura en todo respeto, siempre y cuando sea
apropiado según lo exige el propósito de la figura.
M. Pero, ¿por qué se prescribe el
séptimo día en vez de cualquier otro día?
S. En las Escrituras el número
siete implica perfección. Es, por consiguiente, apto para denotar perpetuidad.
Indica, al mismo tiempo, que este reposo espiritual apenas empieza en esta
vida, y no estará perfecto sino cuando salgamos de este mundo.
M. Pero, ¿qué quiere decir cuando
el Señor nos exhorta a reposar según su ejemplo?
S. Habiendo terminado la creación
del mundo en seis días, el Señor dedicó el séptimo a la contemplación de sus
obras. Para estimularnos más a esto, puso ante nosotros su propio ejemplo.
Porque nada es más deseable que ser formados a su imagen.
M. Pero, ¿debe la meditación en
las obras de Dios ser continúa, o es suficiente que se dedique a eso un día de
cada siete?
S. Nos conviene ejercitarnos
diariamente en esto, pero debido a nuestra debilidad, se designa de manera
especial un día. Y este es el procedimiento que mencioné.
M. ¿Qué orden, entonces, se debe
observar en ese día?
S. Que las personas se reúnan
para oír la doctrina de Cristo, para dedicarse a la oración pública, y para
hacer profesión de su fe.
M. Ahora, explícame lo que
quieres decir al decir que el Señor propuso que su mandamiento provea también
el alivio de los esclavos.
S. Que también se dé algo de
relajación a los que están bajo el poder de otros. No, esto, también, tiende a
mantener un procedimiento común.
Porque cuando se dedica un día al
reposo, todos se acostumbran a trabajar durante los demás días.
M. Veamos ahora hasta qué punto
este mandamiento se refiere a nosotros.
S. Respecto a la ceremonia,
sostengo que fue abolida, porque la realidad existió en Cristo (Col 2:17).
M. ¿Cómo?
S. Porque, en virtud de su
muerte, nuestro viejo hombre es crucificado, y somos resucitados a una vida
nueva (Ro 6:6).
M. ¿Qué del mandamiento,
entonces, queda para nosotros?
S. No descuidar las santas
ordenanzas que contribuyen al régimen espiritual de la iglesia; sobre todo al
frecuentar las asambleas sagradas, oír la palabra de Dios, celebrar los
sacramentos y participar en las oraciones regulares, como se ordena.
M. Pero, ¿no nos dan nada más la
figura?
S. Claro que sí. Debemos prestar
atención a lo que eso significa; es decir, que al ser injertados en el cuerpo
de Cristo, y hechos sus miembros, cesamos de nuestras propias obras, y así nos
entregamos al gobierno de Dios.
San Pablo fue enfático al decir
que las regulaciones del sabbat ya no tenían su antigua fuerza obligatoria:
«Nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna
nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el
cuerpo es de Cristo» (Col 2: 16, 17). Nadie va a decir que la antigua pena de
muerte por las violaciones del sabbat sea todavía obligatoria, o que lo haya
sido desde Cristo. Todo el Nuevo Testamento prohíbe tal interpretación.
Pero, con igual claridad, toda
ley que en un tiempo resultaba en pena de muerte por violación debe incluir un
principio tan básico para el hombre y la naturaleza que sea obvio que tenga un
núcleo central firme que permanece en algún sentido obligatorio en toda edad.
(En otro capítulo, se considerará esto).
Cuarto,
no solo que
se alteró el estatus legal del sabbat, sino que el día de reposo ha sido
cambiado del sabbat hebreo al día cristiano de resurrección. La ley deuteronómica
(Dt 5: 12-15) dejaba en claro que el sabbat hebreo celebraba la liberación de
Egipto: «Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios
te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios
te ha mandado que guardes el día de reposo» (Dt 5: 15).
La redención hebrea se celebraba
en el sabbat; el sabbat cristiano conmemora el triunfo de Cristo sobre el
pecado y la muerte, y de aquí que se celebra en el día de resurrección, el
primer día de la semana. Rechazar este día es rechazar la redención de Cristo y
buscar salvación por otra manera inadmisible.
Quinto,
el sabbat
hebreo y el sábado moderno no es lo mismo. Como Curtis Clair Ewing ha mostrado
claramente, el calendario de Israel no permite tal identificación.
El calendario de Israel en Sinaí
era un calendario solar, y no se debe confundir con el calendario moderno judío
solar-lunar del año 359 d. C. Ewing ha llamado la atención a una desdichada
traducción a veces de «luna» por «meses», produciendo así algo de confusión. En
las Escrituras se hablan de tres sabbats: el sabbat de la creación; el sabbat
hebreo, que conmemoraba la liberación de Egipto; y el sabbat cristiano, que «se
observa en conmemoración de la resurrección concluida de Cristo y es el único
sabbat que permanece». Como Ewing destaca, el cuarto mandamiento ordena la
recordación, porque rememora el sabbat de la creación, el reposo de Dios, como
patrón del reposo del pacto:
Acuérdate del día de reposo para
santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es
reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu
hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está
dentro de tus puertas.
Porque en seis días hizo Jehová
los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en
el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó (Éx
20:8-11).
En Deuteronomio no se les ordena acordarse, puesto que no tiene en la
vista el patrón del sabbat de la creación, sino que se les ordena guardar el sabbat, en conmemoración de
la liberación de Israel de Egipto:
GUARDARÁS EL DÍA DE REPOSO PARA
SANTIFICARLO, COMO JEHOVÁ TU DIOS TE HA MANDADO.
Seis días trabajarás, y harás
toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás
tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno,
ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para
que descanse tu siervo y tu sierva como tú.
Acuérdate que fuiste siervo en
tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo
extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de
reposo (Dt 5:12-15).
DEBIDO A LA LIBERACIÓN DE EGIPTO,
ISRAEL DEBE «POR CONSIGUIENTE» GUARDAR EL SABBAT.
El alcance del reposo requerido
se define más específicamente en Deuteronomio.
El calendario hebreo empezó su
fechado desde la liberación de Egipto. Como Ewing destaca, los hebreos
retuvieron el calendario egipcio de doce meses de 30 días, pero, en lugar de
añadir cinco días suplementarios al final del año, añadían tres al final del
sexto mes, y dos al final del decimosegundo mes. El día 15 de abib, el primer
mes, tenía que ser un sabbat todos los años, lo que quería decir que el primero
y 8 de abib eran sabbat fijos, así como también los siete sabbats que siguen al
15 de abib (Lv 23:6, 7, 11, 15-16).
El día quincuagésimo entonces sería
Pentecostés:
Ahora siendo el sabbat del 15 de
abib fijo por fecha, se sigue que los siete sabbat sucesivos también deben
haber caído en fechas fijas y sería como sigue: 22, 29 de abib; 6, 13, 20, 27
de iyar, y 4 de siván. Por ninguna posibilidad puede haber siete sabbats
completos desde el 15 de abib hasta el 4 de siván, a menos que esos sabbat
cayeran en fechas fijas del mes todos los años.
Puesto que la fecha del mes era constante, el día de la semana era variable. «Esto quiere
decir que una vez en siete años cada uno de ellos caería en un día particular de
la semana, tal como tu cumpleaños cae en un día diferente de la semana todos los
años». Para citar más a Ewing:
Pero eso no es todo. Según Éxodo
12: 3, 5, 6 y 24 y Levítico 23: 15, el 10, el 14 y el 16 de abib nunca podían
ser sabbats, porque eran días de trabajo por mandamiento específico: trabajo
real como limpiar la casa, matar ganado y cosechar campos. Sabemos que estas
fechas caían en sábado una vez cada siete años y si el sábado fuera el sabbat,
habría un conflicto de mandamientos.
Habría tres fechas en las cuales
a Israel se le ordena trabajar que caen cada siete años en días en los cuales a
Israel se le ordena no trabajar. Sabemos que esto nunca sucedió, porque Dios no
es autor de confusión.
Hemos ahora mostrado por las
Escrituras, y el calendario que se revela allí, que los sabbats de Israel eran
fijos para caer en las mismas fechas del mes todos los años. Cuando estos
quince sabbats regulares caían en la misma fecha todos los años y los tres días
en que se ordenaba trabajar caían en las mismas fechas cada año, es imposible que el sábado haya sido el
sabbat.
Si el año tiene 365 días, y
dividimos los 365 por 7, tenemos 52 semanas y sobra un día. La pregunta
entonces es, ¿adónde iba el día extra? Eso fue absorbido por el sabbat de 48
horas en el 4 y 5 de siván según muestra Levítico 23: 15, 16 y 21. Esto
cambiaba el día de la semana en el que se celebraba el sabbat cada año, pero
también mantenía los sabbats fijos en el mismo día del mes y el ciclo de siete
días.
NO HAY NADA EN LA BIBLIA QUE DETERMINE
LA DURACIÓN DE UN SABBAT.
Las Escrituras usan la misma
palabra para describir:
(1)
un reposo de un día (Éx 20: 8-11; Dt 5: 12-15),
(2)
un descanso de dos días (Lv 23: 15, 16, 21),
(3)
un descanso de un año (Lv 25: 4, 8),
(4)
un descanso de dos años (Lv 25: 8-12).
(5)
un descanso de setenta años (2ª Cr 36: 21).
El significado de la palabra
«sabbat» es cesación o reposo. Uno no puede descansar dos
veces a menos que haya trabajado entre esos descansos. Este sabbat de 48 horas
no eran dos descansos o dos sabbats sino una prolongación de un reposo o sabbat
que duraba dos días.
Como ilustración, nótese que el
reposo de la tierra durante la totalidad de cada año 49 y 50 no eran dos
reposos de la tierra, sino un descanso de la tierra durante dos años completos,
y de aquí un sabbat que duraba dos años una vez cada cincuenta años.
Igualmente, cuando Dios requirió
«el séptimo sabbat» y «el día siguiente del séptimo sabbat» que sean ambos un
sabbat, fue un sabbat de 48 horas porque no había trabajo entre ellos.
De igual manera, por ley de necesidad, sabemos que 3 días
de los 5 días adicionales al fin del año se añadían al fin del mes de elul,
porque hemos demostrado que el 1º de tisri tenía que ser un sabbat todos los
años. El último sabbat de elul era el 27 del mes, dejando así 3 días más en el
mes; pero, para tener seis días de trabajo antes de otro sabbat, tres días
había que añadir.
De la misma manera sabemos que
los 2 días restantes de los 5 días suplementarios se añadían al fin de adar.
Hemos demostrado que el 1º de abib todos los años era un sabbat; pero el último
sabbat de adar era el 26, lo que dejaba 4 días de los 30. Así, a fin de tener 6
días de trabajo antes del próximo sabbat, debemos insertar aquí 2 días extras
de trabajo.
El documentado estudio de Ewing,
citado aquí en su bosquejo básico, claramente establece que el esfuerzo de
tener los sábados como verdaderos sabbats, aparte de no ser cristiano, no es
bíblico en su variación radical del sabbat de Israel.
Sexto,
el sabbat,
como hemos visto, es el día de descanso, redención y liberación.
La gran proclamación del sabbat
de jubileo es «pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores» (Lv
25:10). Pero la seguridad y «reposo» de la esclavitud podría constituir un
seudo reposo.
La esclavitud puede ser
involuntaria como castigo. Al ladrón que no hacía restitución se le vendía como
esclavo (Éx 22:3). A un hombre se le podía vender por deuda (Dt 15:12). Como
Clark anotó: «La servidumbre cesaba cuando se había desempeñado trabajo
equivalente a la cantidad que se hubiera requerido para hacer restitución, y se
piensa que había sido limitada a seis años».
Un hombre podía renunciar a su
libertad y hacerse esclavo. Luego quedaba libre en el año sabático. Si prefería
la seguridad de la esclavitud, se le perforaba la oreja, para indicar que ahora
era como una mujer, permanentemente en sujeción, y seguía siendo esclavo (Éx
21:5-7). Puesto que los no creyentes son por naturaleza esclavos, se les podía
tener como esclavos toda la vida sin esta formalidad (Lv 25: 44-45).
El amo podía azotar al esclavo
(Éx 21:20; Dt 23: 15), pero si lo mutilaba por maltrato abusivo, el esclavo,
doméstico o extranjero, quedaba libre (Éx 21: 26-27; Lv 24:17). Se les debía
circuncidar (Éx 12:44; Gn 17:12), y podían comer cosas santas (Lv 22:10ss; Éx
12: 44). El esclavo tenía ciertos derechos y posición en el hogar (Gn 24:2);
podía tener parte en la herencia (Pr 17: 2).
TENÍA
EL DERECHO DE DESCANSAR EN EL SABBAT, COMO EL CUARTO MANDAMIENTO LO DICE CON
CLARIDAD.
Puesto que el esclavo era,
excepto cuando tenía que ver con deuda o robo, un esclavo por naturaleza y por
decisión, el esclavo fugitivo quedaba libre, y estaba prohibida la devolución
de tales fugitivos (Dt 23:15, 16).
Los cristianos no pueden hacerse
esclavos voluntariamente; no deben convertirse en esclavos de los hombres (1 Co
7:23), ni estar «otra vez sujetos al yugo de esclavitud» (Gá 5:1). La
seudoseguridad de la esclavitud, el socialismo y la beneficencia estatal le
está prohibida al cristiano. El sabbat cristiano no es la esclavitud del
socialismo.