4. EL SABBAT Y LA AUTORIDAD

INTRODUCCIÓN

Hay una descripción del matrimonio en las Escrituras que a menudo recaba un gruñido de disensión de parte de las mujeres. Noemí, al planear el matrimonio de Rut, declaró: «Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?» (Rt 3:1).
La palabra que aquí se traduce hogar en hebreo es manaoj, lugar de descanso, o reposo, en tanto que el reposo que se refiere a cesación o sabbat en hebreo es shabaton.
Con todo, aunque hay una distinción importante entre las dos palabras, y el descanso del sabbat tiene una plenitud que falta en la otra, también hay una relación.
No sirve decir que el matrimonio era un reposo para Ruth porque, antes de eso estaba trabajando como espigadora. El reposo para Rut era que ella estaría en el matrimonio bajo el cuidado y autoridad de un hombre, incluso así como el reposo de un hombre es estar bajo Cristo, porque «Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer» (1ª Co 11: 3).
El verdadero reposo existe en el matrimonio en donde, a pesar del extenso trabajo que puede ser la suerte del esposo y esposa, cada uno está bajo autoridad y anda en la confianza de esa autoridad.
El pelo largo de la mujer y su cabeza cubierta es una señal de sumisión a la autoridad, y esa autoridad es «poder sobre su cabeza». Significa a la vez su sumisión a la autoridad y el poder y protección que esa autoridad le concede. Histórica y psicológicamente, la mujer sin protección es presa libre.
Las referencias al reposo, shabaton, (Éx 16: 23; 31: 15; 35: 2; Lv 16: 31; 23: 3, 32;  25: 4, 5), hablan de él como un reposo «santo», o un «reposo para Jehová», o «Santo a Jehová», y frases parecidas. Debido a que es una señal del pacto, el sabbat es una señal de sujeción a Dios, de aceptación de la autoridad de Dios en los términos de Dios. «Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico» (Ez 20:12).

LOS SABBATS ERAN COMO SIGUE:

1. Los sabbats semanales
2. Los sabbats de la luna nueva, Números 28:11-15, en los que no se prohibía el trabajo sino que se exigían sacrificios. Más tarde, según Amós 8:5, la cesación del trabajo se hizo costumbre, pero la ley original no lo exigía. Anteriormente, era un día de observancia de familia (1 S 20:5). También la Fiesta de las Trompetas, o del Año Nuevo, era un sabbat.
3. El año sabático y el año del jubileo (Éx 23: 10; Lv 25: 1-7; 25: 8-10; Dt 15: 1-11; 31: 10-13, etc.). Las deudas se podían contraer solo por un período de seis años; el séptimo año era un sabbat y año de liberación (Dt 15: 1-11).
4. La Pascua (Éx 12: 1-28, 43-49; 13: 3-9; 23: 15; Lv 23: 5; Nm 28: 16-25; Dt 16:1.).
5. La Fiesta de los Panes sin Levadura (siete días) (Éx 13:17).
6. La Fiesta de las Semanas (Pentecostés) celebrada siete semanas después de la Pascua (Lv 23:15ss.). Esta era una cosecha de agradecimiento, el 16 de nisán.
7. La Fiesta de los Tabernáculos, que se observaba por siete días, viviendo en cabañas hechas de ramas, recordaba la peregrinación del éxodo (Lv 23: 36, 42).

PONÍA FIN AL AÑO AGRÍCOLA CON REGOCIJO Y FIESTA.

Hay, pues, una amplia diferencia entre los sabbats. En el sabbat semanal no se podía ni siquiera encender fuego, y la comida había que cocinarla el día anterior.
Por otro lado, los sabbats de la luna nueva originalmente no pedían una cesación del trabajo, así que el reposo no es la esencia de todo sabbat; el regocijo y la fe lo son. Los demás sabbats eran en su mayor parte temporadas de festejos y celebración.

TODOS LOS SABBATS DEBÍAN SER UN DELEITE PARA EL PUEBLO DEL PACTO.

Para volver a la relación del sabbat a la autoridad, Ezequiel lo citó estrechamente relacionado a la vida santa, al hablar de los sacerdotes: «En los casos de pleito ellos estarán para juzgar; conforme a mis juicios juzgarán; y mis leyes y mis decretos guardarán en todas mis fiestas solemnes, y santificarán mis días de reposo» (Ez 44: 24). El reposo meramente externo del sabbat era importante, pero incluso un reposo más profundo y más básico era el reposo en la autoridad y la obra de Dios, y el deleite del hombre en eso.
El mandamiento no requiere una simple cesación de trabajo sino «Acuérdate. para santificarlo» (Éx 20:8). Tanto el trabajo como el reposo estaban bajo autoridad y separados o santificados al Señor. La santidad en sí misma implica autoridad; es separación y dedicación en términos de Dios.
De lo que antecede, tres cosas son evidentes. Primero, el reposo del sabbat viene del hecho de que el hombre del pacto está bajo autoridad. Segundo, el sabbat se guarda como un «sabbat a Jehová tu Dios» (Éx 20:10), como Bush lo tradujo, como una señal del pacto.
Tercero, el sabbat es santo para el Señor. Las tres cosas muestran claramente el hecho básico de la soberanía y autoridad de Dios, así que el sabbat debe establecer la autoridad y soberanía de Dios, o de lo contrario no es verdaderamente un sabbat.
En este punto, el desarrollo de la sinagoga y la adoración en la iglesia aparece como un desarrollo lógico del sabbat. Aunque no tuvo parte en el sabbat original, fue un desarrollo necesario y lógico. Estar bajo autoridad y reconocer la soberanía requiere conocimiento. Los levitas muy temprano llegaron a ser expositores de la ley, y las escuelas de los profetas eran centros de capacitación para un ministerio de enseñanza.
La sinagoga fue el resultado, y el concilio de Jerusalén pudo observar: «Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo» (Hch 15:21).
El crecimiento en el conocimiento de Dios y su palabra-ley es por tanto importante para la celebración del sabbat, y la evidencia del Nuevo Testamento es elocuente de este hecho. El sabbat cristiano por tanto se encamina al conocimiento como un aspecto importante del reposo del sabbat.
Por esto, un aspecto primero y central del sabbat cristiano es que es un día para la proclamación de la palabra de Dios, un día cuando se estudia su significado y se promueve el conocimiento de su aplicación. El gozo y el canto asociado con el sabbat se asocian con este conocimiento. El conocimiento de la salvación, y la confianza de la palabra ley divina, dan al pueblo del pacto un deleite y una certidumbre que se expresa en canto y alabanza.
Segundo, en tanto que el sabbat cristiano está ineludible y estrechamente ligado al sabbat de Israel, hay con todo una diferencia muy importante. Las palabras de San Pablo en Colosenses 2: 16, 17 indican con claridad que la antigua orden ha atravesado un cambio radical. Calvino comentaba sobre el pasaje de Colosenses: Juzgar quiere decir considerar a alguien culpable de un delito, o imponer un escrúpulo de conciencia, así que ya no somos libres.
Dice, por consiguiente, que no es prerrogativa de los hombres sujetarnos a la observancia de ritos que Cristo por su muerte ha abolido, y eximirnos de su yugo, para que no permitamos que nos encadenen por leyes que ellos han impuesto. Tácitamente, sin embargo, pone a Cristo en contraste con toda la humanidad, para que nadie se exalte tan atrevidamente como para intentar quitarnos lo que Él ha dado.
La razón por la que él liberta a los cristianos de la observancia de ellas es que eran sombras en un tiempo cuando Cristo estaba todavía, de cierta manera, ausente. Porque él contrasta las sombras con la revelación, y la ausencia con la manifestación. Los que, por consiguiente, todavía se adhieren a estas sombras, actúan como el que debe juzgar la apariencia de un hombre por su sombra, mientras tanto él mismo está personalmente ante sus ojos. Porque Cristo ahora se ha manifestado a nosotros, y por consiguiente le disfrutamos como estando presente. El cuerpo, dice, es de Cristo, es decir, En Cristo.
Lutero citó el antiguo sabbat «entre las ceremonias que fueron necesarias para el pueblo de Moisés pero libres para nosotros». El comentario de Calvino acerca de la ley trajo a enfoque la importancia de lo viejo y también del cambio a lo nuevo:
Y primero, Pablo lo enseña con claridad que esto fue un precepto ceremonial, y lo llama sombra de estas cosas, el cuerpo de lo cual es solo Cristo (Col 2: 17). Pero si el reposo externo no fue sino una ceremonia, la sustancia de lo cual se debe buscar en Cristo, se sigue que se debe considerar cómo Cristo exhibió lo que entonces prefiguraba; y esto el mismo apóstol lo declara cuando dice que «nuestro viejo hombre es crucificado con Cristo», y que estamos sepultados con él, para que su resurrección pueda ser para nosotros vida nueva (Ro 6:4).
Se debe deducir sin duda de muchos pasajes que la observancia del sabbat fue un asunto serio, puesto que Dios no inculca otro mandamiento con mayor frecuencia, ni con mayor rigor se requiere obediencia a cualquiera; y de nuevo cuando él se queja de que se lo menosprecia, y que los judíos han caído en extrema iniquidad, simplemente dice que sus «sabbat están contaminados», como si la religión principalmente consistiera en su observancia (Jer 17: 24; Ez 20: 21; 22: 8; 23: 38).
Todavía más, si no hubiera habido alguna excelencia extraordinaria en el sabbat, pudiera haber parecido que era un acto de injusticia atroz ordenar que se mate a un hombre por cortar leña ese día (Nm 15. 32). Por consiguiente, se debe concluir que la sustancia del sabbat, que Pablo declara que está en Cristo, no debe haber sido algo buen ordinaria.
Estas palabras de Calvino están en marcado contraste con la persecución salvaje adscrita a Calvino por los escritores anticristianos. La «severidad salvaje» de Calvino es un mito. Las leyes del domingo y otras legislaciones morales eran leyes medievales que estaban vigentes en Ginebra cuando Calvino no estaba allí, y las impusieron personas que a menudo se oponían fuertemente a Calvino.
Para volver al punto de Calvino, una ley que en un tiempo exigía la muerte incluía algo muy importante y desusadamente bueno. Cristo y nuestro reposo en él son ese gran bien. Como Calvino notó, «el sabbat se viola incluso por buenas obras, siempre que las consideremos como nuestras». La esencia del sabbat es nuestro reposo en Cristo, y nuestro crecimiento en el conocimiento de esa salvación por Su gracia.
El punto de diferencia entre el sabbat de Israel y el sabbat cristiano no es solo el día sino el fin de las antiguas restricciones. El primer día de la semana era un día hábil en Palestina y también en todo el Imperio Romano. La iglesia normalmente se reunía al anochecer del primer día, porque sus miembros trabajaban durante el día. En cierta ocasión, un miembro soñoliento se cayó de la ventana y murió (Hch 20: 7-12).
Obviamente, si trabajar en el día del Señor era todavía ilegal, el Nuevo Testamento tendría mucho que decir al respecto. La antigua ley claramente se alteró aquí. El deber ahora, como lo dice San Pablo, era «no [dejar] de congregarnos, como algunos tienen por costumbre» (He 10: 25).
Algunos, sin embargo, llamarían al trabajo de los primeros cristianos «trabajos de necesidad». En una cultura extraña, su trabajo era comparable en un sentido al trabajo forzado, trabajo de esclavos. Hay un buen caso de esto. Cuando se establecieron los estados cristianos, siguieron algunas formas de observancia obligatoria del sabbat.
Cuando las leyes del sabbat empezaron a resquebrajarse, la reacción fue angustiosa, como lo atestigua Roberto Murray McCheyne, en un famoso sermón del 18 de diciembre de 1841:
Queridos compatriotas, como siervo de Dios en este día nublado y oscuro, me siento obligado a levantar mi voz a favor del Día del Señor. El atrevido ataque que hacen ahora algunos de los directores de las Ferrovías de Edimburgo y Glasgow contra la ley de Dios y la paz de nuestro sabbat escocés, el movimiento blasfemo que ellos quieren proponer a los interesados el próximo febrero, y los perversos panfletos que ahora circulan por millares, llenos de toda clase de mentiras e impiedades, claman fuertemente por el testimonio sereno y deliberado de todos los ministros fieles y cristianos privados a favor del día santo de Dios.
En nombre de todo el pueblo de Dios en esta ciudad y en esta tierra, pido que consideren las siguientes razones para amar el Día del Señor.
McCheyne, nótese, con elocuencia dio entonces razones para «amar» el día del Señor. Si bien se oponía a los trenes el domingo, y lo llamaba quebrantar el sabbat, no pudo colocarlo por completo a nivel del Antiguo Testamento. El mundo, cada vez más con operaciones a toda hora de plantas de energía, transportes de alimentos y cosas parecidas, estaba haciendo insostenible el concepto de McCheyne del sabbat.
Pero el concepto moderno de no-sabbat es igualmente insostenible y destructor de la paz del hombre. El sabbat de Israel ha desaparecido, y sus leyes, pero el sabbat cristiano en efecto requiere un orden cristiano, y un aspecto de ese orden es el sabbat cristiano.
Pero, el sabbat es símbolo del pacto; no es una ley para un estado humanística, y no tiene significado para el mismo, ni este lo puede exigir. En un estado cristiano, nada se puede hacer que se parezca al sabbat de Israel. Debe ser un día de reposo, y de paz y quietud, pero el énfasis básico está en la autoridad de Dios, el conocimiento de Él, y reposo en su gobierno y salvación.
El cambio de énfasis del significado del sabbat para travesear en cuanto a regulaciones del sabbat por cierto no es honrar el sabbat. Las palabras de San Pablo en Colosenses 2: 16, 17 siguen siendo ciertas: si nadie debe juzgarnos respecto a los sabbat, nosotros tampoco debemos jugar a nadie.
Pero, tercero, los que son miembros del pacto, en lugar de ser jueces y legisladores sobre otros con respecto al sabbat, son más bien felices guardadores del día.
Para ellos es de veras un día de reposo, porque solo ellos son capaces de descansar de veras. Es para ellos un día cuando Dios obra en ellos por su palabra y su espíritu, a fin de que crezcan en gracia y en sabiduría, y en favor ante Dios a vista de los hombres.
El Salmo 1 indica la relación del hombre a la ley con toda claridad:
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.
No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos. Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá.

Es la vitalidad de la fe lo que se regocija en el sabbat, y florece debido al reposo del sabbat. Reposar en el Señor es aceptar su autoridad y confiar en Él.