INTRODUCCIÓN
Hay una descripción del
matrimonio en las Escrituras que a menudo recaba un gruñido de disensión de
parte de las mujeres. Noemí, al planear el matrimonio de Rut, declaró: «Hija
mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?» (Rt 3:1).
La palabra que aquí se traduce
hogar en hebreo es manaoj,
lugar de descanso, o reposo, en tanto que el reposo que se refiere a cesación o sabbat en hebreo es shabaton.
Con todo, aunque hay una
distinción importante entre las dos palabras, y el descanso del sabbat tiene
una plenitud que falta en la otra, también hay una relación.
No sirve decir que el matrimonio
era un reposo para Ruth porque,
antes de eso estaba trabajando como espigadora. El reposo para Rut era que ella estaría en el matrimonio bajo el
cuidado y autoridad de un hombre, incluso así como el reposo de un hombre es
estar bajo Cristo, porque «Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la
cabeza de la mujer» (1ª Co 11: 3).
El verdadero reposo existe en el
matrimonio en donde, a pesar del extenso trabajo que puede ser la suerte del
esposo y esposa, cada uno está bajo autoridad y anda en la confianza de esa
autoridad.
El pelo largo de la mujer y su
cabeza cubierta es una señal de sumisión a la autoridad, y esa autoridad es
«poder sobre su cabeza». Significa a la vez su sumisión a la autoridad y el
poder y protección que esa autoridad le concede. Histórica y psicológicamente,
la mujer sin protección es presa libre.
Las referencias al reposo, shabaton, (Éx 16: 23; 31: 15;
35: 2; Lv 16: 31; 23: 3, 32; 25: 4, 5),
hablan de él como un reposo «santo», o un «reposo para Jehová», o «Santo a
Jehová», y frases parecidas. Debido a que es una señal del pacto, el sabbat es una
señal de sujeción a Dios, de aceptación de la autoridad de Dios en los términos
de Dios. «Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí
y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico» (Ez 20:12).
LOS SABBATS ERAN COMO SIGUE:
1.
Los sabbats semanales
2. Los
sabbats de la luna nueva, Números 28:11-15, en los que no se prohibía el trabajo sino que se
exigían sacrificios. Más tarde, según Amós 8:5, la cesación del trabajo se hizo
costumbre, pero la ley original no lo exigía. Anteriormente, era un día de observancia
de familia (1 S 20:5). También la Fiesta de las Trompetas, o del Año Nuevo, era
un sabbat.
3.
El año sabático y el año del jubileo (Éx
23: 10; Lv 25: 1-7; 25: 8-10; Dt 15: 1-11; 31: 10-13, etc.). Las deudas se
podían contraer solo por un período de seis años; el séptimo año era un sabbat
y año de liberación (Dt 15: 1-11).
4.
La Pascua (Éx 12: 1-28, 43-49;
13: 3-9; 23: 15; Lv 23: 5; Nm 28: 16-25; Dt 16:1.).
5.
La Fiesta de los Panes sin Levadura (siete
días) (Éx 13:17).
6.
La Fiesta de las Semanas (Pentecostés)
celebrada siete semanas después de la Pascua (Lv 23:15ss.). Esta era una
cosecha de agradecimiento, el 16 de nisán.
7.
La Fiesta de los Tabernáculos, que
se observaba por siete días, viviendo en cabañas hechas de ramas, recordaba la
peregrinación del éxodo (Lv 23: 36, 42).
PONÍA FIN AL AÑO AGRÍCOLA CON REGOCIJO
Y FIESTA.
Hay, pues, una amplia diferencia
entre los sabbats. En el sabbat semanal no se podía ni siquiera encender fuego,
y la comida había que cocinarla el día anterior.
Por otro lado, los sabbats de la
luna nueva originalmente no pedían una cesación del trabajo, así que el reposo no es la esencia de todo
sabbat; el regocijo y la fe lo son. Los demás sabbats eran en su mayor parte
temporadas de festejos y celebración.
TODOS LOS SABBATS DEBÍAN SER UN DELEITE PARA EL PUEBLO DEL PACTO.
Para volver a la relación del
sabbat a la autoridad, Ezequiel lo citó estrechamente relacionado a la vida
santa, al hablar de los sacerdotes: «En los casos de pleito ellos estarán para
juzgar; conforme a mis juicios juzgarán; y mis leyes y mis decretos guardarán
en todas mis fiestas solemnes, y santificarán mis días de reposo» (Ez 44: 24).
El reposo meramente externo del sabbat era importante, pero incluso un reposo
más profundo y más básico era el reposo en la autoridad y la obra de Dios, y el
deleite del hombre en eso.
El mandamiento no requiere una simple
cesación de trabajo sino «Acuérdate. para santificarlo» (Éx 20:8). Tanto el
trabajo como el reposo estaban bajo autoridad y separados o santificados al Señor.
La santidad en sí misma implica autoridad; es separación y dedicación en términos
de Dios.
De lo que antecede, tres cosas
son evidentes. Primero, el reposo del sabbat viene del hecho de
que el hombre del pacto está bajo
autoridad. Segundo, el sabbat se guarda como un «sabbat a Jehová tu
Dios» (Éx 20:10), como Bush lo tradujo, como una señal del pacto.
Tercero,
el sabbat es
santo para el Señor. Las tres
cosas muestran claramente el hecho básico de la soberanía y autoridad de Dios,
así que el sabbat debe establecer la autoridad y soberanía de Dios, o de lo
contrario no es verdaderamente un sabbat.
En este punto, el desarrollo de
la sinagoga y la adoración en la iglesia aparece como un desarrollo lógico del
sabbat. Aunque no tuvo parte en el sabbat original, fue un desarrollo necesario
y lógico. Estar bajo autoridad y reconocer la soberanía requiere conocimiento. Los levitas muy
temprano llegaron a ser expositores de la ley, y las escuelas de los profetas
eran centros de capacitación para un ministerio de enseñanza.
La sinagoga fue el resultado, y
el concilio de Jerusalén pudo observar: «Porque Moisés desde tiempos antiguos
tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada
día de reposo» (Hch 15:21).
El
crecimiento en el conocimiento de Dios y su palabra-ley es por tanto importante para la
celebración del sabbat, y la evidencia del Nuevo Testamento es elocuente de
este hecho. El sabbat cristiano por tanto se encamina al conocimiento como un aspecto
importante del reposo del sabbat.
Por esto, un aspecto primero y central del sabbat
cristiano es que es un día para la proclamación de la palabra de Dios, un día
cuando se estudia su significado y se promueve el conocimiento de su
aplicación. El gozo y el canto asociado con el sabbat se asocian con este conocimiento.
El conocimiento de la salvación, y la confianza de la palabra ley divina, dan al
pueblo del pacto un deleite y una certidumbre que se expresa en canto y
alabanza.
Segundo,
en tanto que
el sabbat cristiano está ineludible y estrechamente ligado al sabbat de Israel,
hay con todo una diferencia muy importante. Las palabras de San Pablo en
Colosenses 2: 16, 17 indican con claridad que la antigua orden ha atravesado un
cambio radical. Calvino comentaba sobre el pasaje de Colosenses: Juzgar quiere decir considerar a
alguien culpable de un delito, o imponer un escrúpulo de conciencia, así que ya
no somos libres.
Dice, por consiguiente, que no es
prerrogativa de los hombres sujetarnos a la observancia de ritos que Cristo por
su muerte ha abolido, y eximirnos de su yugo, para que no permitamos que nos
encadenen por leyes que ellos han impuesto. Tácitamente, sin embargo, pone a
Cristo en contraste con toda la humanidad, para que nadie se exalte tan
atrevidamente como para intentar quitarnos lo que Él ha dado.
La razón por la que él liberta a
los cristianos de la observancia de ellas es que eran sombras en un tiempo cuando Cristo estaba todavía, de cierta
manera, ausente. Porque él contrasta las sombras con la revelación, y la
ausencia con la manifestación. Los que, por consiguiente, todavía se adhieren a
estas sombras, actúan como el
que debe juzgar la apariencia de un hombre por su sombra, mientras tanto él
mismo está personalmente ante sus ojos. Porque Cristo ahora se ha manifestado a
nosotros, y por consiguiente le disfrutamos como estando presente. El cuerpo, dice, es de Cristo, es decir, En Cristo.
Lutero citó el antiguo sabbat
«entre las ceremonias que fueron necesarias para el pueblo de Moisés pero
libres para nosotros». El comentario de Calvino acerca de la ley trajo a
enfoque la importancia de lo viejo y también del cambio a lo nuevo:
Y primero, Pablo lo enseña con
claridad que esto fue un precepto ceremonial, y lo llama sombra de estas cosas,
el cuerpo de lo cual es solo Cristo (Col 2: 17). Pero si el reposo externo no
fue sino una ceremonia, la sustancia de lo cual se debe buscar en Cristo, se
sigue que se debe considerar cómo Cristo exhibió lo que entonces prefiguraba; y
esto el mismo apóstol lo declara cuando dice que «nuestro viejo hombre es
crucificado con Cristo», y que estamos sepultados con él, para que su
resurrección pueda ser para nosotros vida nueva (Ro 6:4).
Se debe deducir sin duda de
muchos pasajes que la observancia del sabbat fue un asunto serio, puesto que
Dios no inculca otro mandamiento con mayor frecuencia, ni con mayor rigor se
requiere obediencia a cualquiera; y de nuevo cuando él se queja de que se lo
menosprecia, y que los judíos han caído en extrema iniquidad, simplemente dice
que sus «sabbat están contaminados», como si la religión principalmente
consistiera en su observancia (Jer 17: 24; Ez 20: 21; 22: 8; 23: 38).
Todavía más, si no hubiera habido
alguna excelencia extraordinaria en el sabbat, pudiera haber parecido que era
un acto de injusticia atroz ordenar que se mate a un hombre por cortar leña ese
día (Nm 15. 32). Por consiguiente, se debe concluir que la sustancia del
sabbat, que Pablo declara que está en Cristo, no debe haber sido algo buen
ordinaria.
Estas palabras de Calvino están
en marcado contraste con la persecución salvaje adscrita a Calvino por los
escritores anticristianos. La «severidad salvaje» de Calvino es un mito. Las
leyes del domingo y otras legislaciones morales eran leyes medievales que
estaban vigentes en Ginebra cuando Calvino no estaba allí, y las impusieron
personas que a menudo se oponían fuertemente a Calvino.
Para volver al punto de Calvino,
una ley que en un tiempo exigía la muerte incluía algo muy importante y
desusadamente bueno. Cristo y nuestro reposo en él son ese gran bien. Como
Calvino notó, «el sabbat se viola incluso por buenas obras, siempre que las
consideremos como nuestras». La esencia del sabbat es nuestro reposo en Cristo,
y nuestro crecimiento en el conocimiento de esa salvación por Su gracia.
El punto de diferencia entre el
sabbat de Israel y el sabbat cristiano no es solo el día sino el fin de las
antiguas restricciones. El primer día de la semana era un día hábil en
Palestina y también en todo el Imperio Romano. La iglesia normalmente se reunía
al anochecer del primer día, porque sus miembros trabajaban durante el día. En
cierta ocasión, un miembro soñoliento se cayó de la ventana y murió (Hch 20: 7-12).
Obviamente, si trabajar en el día
del Señor era todavía ilegal, el Nuevo Testamento tendría mucho que decir al
respecto. La antigua ley claramente se alteró aquí. El deber ahora, como lo
dice San Pablo, era «no [dejar] de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre» (He 10: 25).
Algunos, sin embargo, llamarían
al trabajo de los primeros cristianos «trabajos de necesidad». En una cultura
extraña, su trabajo era comparable en un sentido al trabajo forzado, trabajo de
esclavos. Hay un buen caso de esto. Cuando se establecieron los estados
cristianos, siguieron algunas formas de observancia obligatoria del sabbat.
Cuando las leyes del sabbat
empezaron a resquebrajarse, la reacción fue angustiosa, como lo atestigua
Roberto Murray McCheyne, en un famoso sermón del 18 de diciembre de 1841:
Queridos compatriotas, como
siervo de Dios en este día nublado y oscuro, me siento obligado a levantar mi
voz a favor del Día del Señor. El atrevido ataque que hacen ahora algunos de
los directores de las Ferrovías de Edimburgo y Glasgow contra la ley de Dios y
la paz de nuestro sabbat escocés, el movimiento blasfemo que ellos quieren
proponer a los interesados el próximo febrero, y los perversos panfletos que
ahora circulan por millares, llenos de toda clase de mentiras e impiedades,
claman fuertemente por el testimonio sereno y deliberado de todos los ministros
fieles y cristianos privados a favor del día santo de Dios.
En nombre de todo el pueblo de
Dios en esta ciudad y en esta tierra, pido que consideren las siguientes
razones para amar el Día del Señor.
McCheyne, nótese, con elocuencia
dio entonces razones para «amar» el día del Señor. Si bien se oponía a los
trenes el domingo, y lo llamaba quebrantar el sabbat, no pudo colocarlo por
completo a nivel del Antiguo Testamento. El mundo, cada vez más con operaciones
a toda hora de plantas de energía, transportes de alimentos y cosas parecidas,
estaba haciendo insostenible el concepto de McCheyne del sabbat.
Pero el concepto moderno de
no-sabbat es igualmente insostenible y destructor de la paz del hombre. El
sabbat de Israel ha desaparecido, y sus leyes, pero el sabbat cristiano en
efecto requiere un orden cristiano, y un aspecto de ese orden es el sabbat
cristiano.
Pero, el sabbat es símbolo del pacto; no es una ley para un estado
humanística, y no tiene significado para el mismo, ni este lo puede exigir. En
un estado cristiano, nada se puede hacer que se parezca al sabbat de Israel.
Debe ser un día de reposo, y de paz y quietud, pero el énfasis básico está en
la autoridad de Dios, el conocimiento de Él, y reposo en su gobierno y
salvación.
El cambio de énfasis del significado
del sabbat para travesear en cuanto a regulaciones del sabbat por cierto no es
honrar el sabbat. Las palabras de San Pablo en Colosenses 2: 16, 17 siguen siendo
ciertas: si nadie debe juzgarnos respecto a los sabbat, nosotros tampoco debemos
jugar a nadie.
Pero, tercero, los que son miembros del pacto, en lugar de ser jueces
y legisladores sobre otros con respecto al sabbat, son más bien felices
guardadores del día.
Para ellos es de veras un día de
reposo, porque solo ellos son capaces de descansar de veras. Es para ellos un
día cuando Dios obra en ellos por su palabra y su espíritu, a fin de que
crezcan en gracia y en sabiduría, y en favor ante Dios a vista de los hombres.
El Salmo 1 indica la relación del
hombre a la ley con toda claridad:
Bienaventurado el varón que no
anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y
en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes
de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace,
prosperará.
No así los malos, que son como el
tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se levantarán los malos en el
juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos. Porque Jehová conoce
el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá.
Es la vitalidad de la fe lo que
se regocija en el sabbat, y florece debido al reposo del sabbat. Reposar en el
Señor es aceptar su autoridad y confiar en Él.